Un sistema
informático utiliza ordenadores para almacenar datos, procesarlos y
ponerlos a disposición de quien se considere oportuno. Un sistema puede ser tan
simple como: una persona tiene un microordenador y le introduce datos tan
elementales, como por ejemplo las ventas diarias de una pequeña empresa, se
produce una entrada por cada venta y en ella se declara el elemento vendido,
por ejemplo un yogur, la cantidad de elementos vendidos, por ejemplo cuatro y
el precio de venta unitario, por ejemplo 0.15 euros. Cada entrada se almacena
como un registro de un fichero en el disco. Al finalizar el día se puede
obtener un informe de las ventas y las tendencias. El usuario puede utilizar
esta información para la gestión de almacén o planificar campañas publicitarias.
Habitualmente una empresa tiene más de un ordenador, por ejemplo uno para la
gestión de ventas y otro para la contabilidad y procesos asociados. Sin embargo
la mayor parte de los sistemas son más complejos.
Estas consideraciones
elementales sugieren la idea de que no puede existir la teoría ética verdadera, en el
sentido de la apelación a un principio (la felicidad, la utilidad social, el
cumplimiento del deber...) que explicara por completo la legitimidad de todos
aquellos juicios de valor morales que estamos dispuestos a respaldar. Muy
probablemente la adopción (sea individual o colectiva) de una determinada
teoría ética entrañe necesariamente la pérdida o la desestima de ciertos conceptos de valor que pueden ser muy importantes
para la vida moral. No todo tiene que ser ganancia en el progreso moral,
individual o social (si es que se da tal
progreso).
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